El interés de Dios en nuestra economía.
Dr.J.J. Barek
Muchos
creen que Dios no está interesado en su economía y se ocupa de
batallar por ella, esto es un argumento generado por el diablo que está
interesado en que no prosperemos para que no invirtamos en la obra de
Dios.
Muchos que hablan de guerra espiritual y sanidad interior
tienen puertas abiertas en lo económico y están siendo destruidos en
esta área.
Muchos viven llevando sobre maldiciones generacionales en
lo económico; nunca pueden avanzar, siempre que tratar de emprender
algo sus planes se truncan y no pueden desarrolarse nada, es hora de
poner un freno a esto, de ponerle un alto, Dios quiere que nos revelemos
contra esta situación y batallemos en el nombre de Jesús que
detectemos las fortalezas y las derribemos utilizando las armas que Él
no da y a puesto en nuestra manos.
Tenemos que sacar la mentalidad
de esclavo de lo económico; de aquel que se conforma, que se resigna,
que no se proyecta, que no sueña, que vive dependiendo de lo que los
otros le puedan dar.
Muchos cristianos se niegan a salir de la
pobreza, porque tienen la mentalidad del esclavo, de aquel que espera
ser mantenido, y que cree que los demás tienen la obligación de
ayudarlos y suplirles sus necesidades. Si bien es cierto Dios no manda a
tener en cuenta a los pobres y ayudarlos, también lo es que en su
Palabra nos promete que nada nos faltará(Sal. 23:1).
Estas personas
demuestran falta de madurez y crecimiento espiritual y son carnales en
todo el sentido de la palabra. Están siempre esperando que otro haga
por ellos, que otro les de; y no esperan en Dios sino en los hombres.
Están
en la comodidad de quedarse en su situación, y transformarse en
mantenidos de los demás, zánganos espirituales de la iglesia. Y cuando
alguien quiere ministrarlos para que salgan de su situación, se enojan o
reaccionan escondiéndose bajo un falso manto de espiritualidad y
humildad, o esgrimen argumentos tales como “esta es mi cruz”, “es la
prueba del Señor”, “el reino de los cielos es de los humildes o
pobres”.
Pasa esto porque les gusta que los demás los mantengan,
disfrutan de ser los pobrecitos, las víctimas, pero Dios no quiere eso,
quiere que salgan de esa actitud que tiene su origen en argumentos
generados por fortalezas demoniacas.
Esto pasa porque tienen la
mente henchida –o llena, que es lo mismo- de argumentos, es lo que pasa
cuando una puerta de madera se satura de humedad; se “hincha” y no se
puede cerrar; o se pudre, lo mismo pasa con nosotros cuando somos
llenos de estos argumentos, nuestra mente carnal se “hincha de ellos” y
se empieza a contaminar, intoxicar y podrir, tergiversando los
principios santos de Dios(Col. 2:18).
Otros en cambio(también bajo
la influencia de la misma mente esclava, atrofiada y henchida, cuando
se lanzan los proyecto económicos de la iglesia, exclaman: “hay que
orar para que el Señor provea, vamos a esperar que se convierta algún
empresario o negociante importante de la zona para que pueda ayudar,
vamos a pedir colaboración a los empresarios, etc., etc., etc.,”; si
bien es cierto que Dios levantó reyes gentiles para bendecir la obra de
Dios(ejemplo de esto es Ciro, el persa), lo es también que Dios quiere
que nosotros seamos quienes generemos los recursos para sostener su
obra, el quiere prosperarnos no para que nos enriquezcamos y llevemos
una vida de lujos y opulencias, sino para que nuestras manos se abran
con liberalidad para sostener la obra de Dios; respaldando los
proyectos, ofrendando, diezmando, dando nuestras primicias y
compromisos de fe.
Vive por como como un pretexto.
Dios quiere
darnos una mentalidad real, que se proyecta, que avanza, que sueña, que
administra lo que Dios pone en sus manos y lo hace producir, que da
frutos en cada área de su vida.
La necesidad de salvación afecta todas las demás, el dar afecta las necesidades fisiológicas, de protección y seguridad.
La salvación afecta el área económica de nuestra vida.
Él vino a darnos una vida de prosperidad y abundancia.
Si
el diablo es el ladrón Jesús es el que vino a deshacer las obras del
diablo, todo lo que nos fue robado se nos ha de reintegrar.
El enemigo vomitará lo que consumió, Dios nos restituirá aquello que fue dañado.
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