domingo, 22 de julio de 2012

El interés de Dios en nuestra economía.

El interés de Dios en nuestra economía.
Dr.J.J. Barek

Muchos creen que Dios no está interesado en su economía y se ocupa de batallar por ella, esto es un argumento generado por el diablo que está interesado en que no prosperemos para que no invirtamos en la obra de Dios.
Muchos que hablan de guerra espiritual y sanidad interior tienen puertas abiertas en lo económico y están siendo destruidos en esta área.
Muchos viven llevando sobre maldiciones generacionales en lo económico; nunca pueden avanzar, siempre que tratar de emprender algo sus planes se truncan y no pueden desarrolarse nada, es hora de poner un freno a esto, de ponerle un alto, Dios quiere que nos revelemos contra esta situación y batallemos en el nombre de Jesús que detectemos las fortalezas y las derribemos utilizando las armas que Él no da y a puesto en nuestra manos.
Tenemos que sacar la mentalidad de esclavo de lo económico; de aquel que se conforma, que se resigna, que no se proyecta, que no sueña, que vive dependiendo de lo que los otros le puedan dar.
Muchos cristianos se niegan a salir de la pobreza, porque tienen la mentalidad del esclavo, de aquel que espera ser mantenido, y que cree que los demás tienen la obligación de ayudarlos y suplirles sus necesidades. Si bien es cierto Dios no manda a tener en cuenta a los pobres y ayudarlos, también lo es que en su Palabra nos promete que nada nos faltará(Sal. 23:1).
Estas personas demuestran falta de madurez y crecimiento espiritual y son carnales en todo el sentido de la palabra. Están siempre esperando que otro haga por ellos, que otro les de; y no esperan en Dios sino en los hombres.
Están en la comodidad de quedarse en su situación, y transformarse en mantenidos de los demás, zánganos espirituales de la iglesia. Y cuando alguien quiere ministrarlos para que salgan de su situación, se enojan o reaccionan escondiéndose bajo un falso manto de espiritualidad y humildad, o esgrimen argumentos tales como “esta es mi cruz”, “es la prueba del Señor”, “el reino de los cielos es de los humildes o pobres”.
Pasa esto porque les gusta que los demás los mantengan, disfrutan de ser los pobrecitos, las víctimas, pero Dios no quiere eso, quiere que salgan de esa actitud que tiene su origen en argumentos generados por fortalezas demoniacas.
Esto pasa porque tienen la mente henchida –o llena, que es lo mismo- de argumentos, es lo que pasa cuando una puerta de madera se satura de humedad; se “hincha” y no se puede cerrar; o se pudre, lo mismo pasa con nosotros cuando somos llenos de estos argumentos, nuestra mente carnal se “hincha de ellos” y se empieza a contaminar, intoxicar y podrir, tergiversando los principios santos de Dios(Col. 2:18).
Otros en cambio(también bajo la influencia de la misma mente esclava, atrofiada y henchida, cuando se lanzan los proyecto económicos de la iglesia, exclaman: “hay que orar para que el Señor provea, vamos a esperar que se convierta algún empresario o negociante importante de la zona para que pueda ayudar, vamos a pedir colaboración a los empresarios, etc., etc., etc.,”; si bien es cierto que Dios levantó reyes gentiles para bendecir la obra de Dios(ejemplo de esto es Ciro, el persa), lo es también que Dios quiere que nosotros seamos quienes generemos los recursos para sostener su obra, el quiere prosperarnos no para que nos enriquezcamos y llevemos una vida de lujos y opulencias, sino para que nuestras manos se abran con liberalidad para sostener la obra de Dios; respaldando los proyectos, ofrendando, diezmando, dando nuestras primicias y compromisos de fe.
Vive por como como un pretexto.
Dios quiere darnos una mentalidad real, que se proyecta, que avanza, que sueña, que administra lo que Dios pone en sus manos y lo hace producir, que da frutos en cada área de su vida.
La necesidad de salvación afecta todas las demás, el dar afecta las necesidades fisiológicas, de protección y seguridad.
La salvación afecta el área económica de nuestra vida.
Él vino a darnos una vida de prosperidad y abundancia.
Si el diablo es el ladrón Jesús es el que vino a deshacer las obras del diablo, todo lo que nos fue robado se nos ha de reintegrar.
El enemigo vomitará lo que consumió, Dios nos restituirá aquello que fue dañado.

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