Una ayuda imprescindible para quién precisa leer mucho
Como tantas otras actividades que desarrolla el ser humano, la lectura debe entrenarse. Leer no es seguir con la vista una serie de palabras que componen un texto sino que se trata de comprenderlas, de entender lo que nos dicen. Por ello, la mejor manera de leer adecuadamente es practicar todos los días.
Ahora bien, hay muchas personas –estudiantes y, en general, todos aquéllos cuya actividad profesional requiere leer muchos y largos textos- que necesitan poder leer a gran velocidad sin, por ello, dejar de comprender lo que el documento dice. Imaginémonos un abogado que tiene que leer un sumario de cinco mil páginas para poder defender a un acusado. Si se esmera en hacerlo despacio, no acabará nunca. O un estudiante que precisa aprender unos apuntes de toda una asignatura en pocos días. Le sucedería lo mismo.
Por ello, los expertos han desarrollado lo que se conoce como ‘lectura rápida’ que no es otra cosa que la capacidad de leer a gran velocidad comprendiendo lo que expresa el texto y ahorrando así mucho tiempo.
En consecuencia, no hay que ser ningún superdotado para ser capaz de leer así. Existen una serie de técnicas que podemos aplicar para conseguirlo aunque, eso sí, no se logra de un día para otro sino que exige entrenamiento y constancia.
Como norma general, debemos saber que, para conseguir ser un buen lector, es imprescindible leer mucho. Y ello por dos razones: la primera es que, de esta forma, se logra agilidad y la segunda que así se enriquece el vocabulario, premisa básica para la lectura rápida.
Como norma general, debemos saber que, para conseguir ser un buen lector, es imprescindible leer mucho. Y ello por dos razones: la primera es que, de esta forma, se logra agilidad y la segunda que así se enriquece el vocabulario, premisa básica para la lectura rápida.
A partir de ello, existen tres técnicas fundamentales para desarrollar la citada lectura rápida. Una es la llamada ‘de las tres páginas’ y consiste en tomar tres páginas consecutivas de un libro. La primera se lee a velocidad normal, la segunda a la máxima velocidad posible aunque no se comprenda nada y la tercera, igualmente, a gran velocidad pero tratando de entender lo que dice. Cuanto más repitamos este ejercicio, comprobaremos que nuestra rapidez de lectura mejora.
Otra es la ‘técnica de la postal’, que requiere un texto y una postal o cartulina. Se sitúa ésta bajo la primera línea del escrito y se va bajando, línea a línea, a medida que se van leyendo, tratando -según se progresa en el texto- de aumentar la velocidad de lectura. Con ello, se consigue aumentar el campo visual a la hora de leer y, de este modo, ser capaz de captar todas las palabras de una línea.
Y, por último, esta la técnica del ‘skimming’ –su traducción literal sería ‘descremar’- que consiste en tratar de leer captando solamente las palabras que son necesarias para entender el escrito, desechando las irrelevantes –artículos o adverbios ornamental-. De esta forma se consigue comprender la idea fundamental de cada frase.
Si practicamos estas tres técnicas con constancia, comprobaremos que nuestra velocidad de lectura aumenta considerablemente.
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