jueves, 17 de enero de 2013

Qué es un Cristiano ?

 

apedreamientoEstevan.jpgAparenta ser simple definir lo que es un Cristiano, sin embargo la iglesia, al igual que el mundo, ha tenido problema en hacerlo. ¿Sabes tú lo que es un cristiano? ¿Tienes la misma confusión que tiene el mundo y la iglesia? Son muchas las definiciones que se proponen. Unos piensan que es confesar que Jesús de Nazaret es el Mesías judío y seguir sus enseñanzas morales. Otros lo definen como ser un imitador de Cristo, esforzándose por obedecer sus mandamientos. Por lo general la idea que se tiene es que un cristiano es un discípulo, con un énfasis marcado en la conducta. Se entiende que el Cristianismo es un estilo de vida, y aun cuando ciertamente afecta el estilo de vida o la manera de conducirnos en la sociedad, con todo, pienso que no se lo debe definir de esta manera.
La revista “Times” presentó una historia interesante; reportó sobre el caso de William B. Small, oftalmólogo metodista de Iowa que murió en el 1939. Dejó estipulado en su testamento que repartieran su fortuna de $75,000 dólares entre las personas que creyeran en los principios fundamentales del Cristianismo. Cuando su esposa murió en el 1949, diez sobrinos demandaron que se diera por nulo el testamento con el argumento de que “no había un consenso de lo que constituye los principios fundamentales del Cristianismo”. Tal es la confusión del mundo al igual que de la iglesia. No me toca determinar lo que las personas deben creer, como tampoco juzgar si son o no cristianas. Mi labor es llamar la atención a los hechos que muestran si lo son, de manera que sean ellas quienes se juzguen.
La opinión de los hombres de nada sirve, cada persona puede tener su propio concepto de lo que es un cristiano, pero esto no lo hace uno. Es la Biblia quien lo define y establece la regla que debes usar para identificarlo. Nuestra tesis en este estudio es que el cristiano se conoce por lo que confiesa no por su conducta. En otras palabras, el Cristianismo debe entenderse a partir de lo que cree respecto a Jesús de Nazaret y sus implicaciones sobre la revelación de Dios, y no a partir del estilo de vida que muestran sus adeptos. Con esto no negamos la importancia de la conducta moral, ciertamente que lo es, y donde quiera exista un verdadero cristiano habrá una vida noble y recta que lo testifique, con todo, rehusamos aceptar que ésta sea la definición de lo que es un cristiano.
La palabra “cristiano” aparece únicamente en tres ocasiones en la Biblia; es digno de notar que en los evangelios los enemigos de Jesús nunca usaron este término para referirse a sus seguidores. Tampoco Pablo la utiliza para los creyentes gentiles, lo que sugiere que la palabra era una forma burlona gentil —fuera del circulo judío— de identificar a los que proclamaban lo que para ellos era una enseñanza extraña. Los textos donde la palabra aparece muestran que se la usó de manera despectiva, como una burla por lo que pretendían y enseñaban.
De acuerdo a Hechos 11:26 el nombre cristiano lo usaron por primera vez los gentiles de Antioquia. Al estudiar el registro de Lucas descubrimos por qué se les llamó así. Al principio, los primeros seguidores de Jesús predicaron únicamente a los judíos; a partir de la persecución que hubo con motivo de la muerte de Esteban los creyentes tuvieron que salir de Jerusalén, lo que provocó la evangelización del mundo gentil. Lucas registra lo que enseñaron: el evangelio del Señor Jesús (11:20). Pablo en 1 Corintios 15 explica lo que la iglesia originalmente entendió por “el evangelio de Jesús”:
“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce.”
Y otra vez a la iglesia de Roma les dice:
“Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8-9).

“Cristiano” en Boca del Rey Agripa

Lucas registra que Pablo se defendió, en su juicio en Roma, frente a Festo y Agripa. Pablo les expuso que había sido educado como fariseo, y cómo su celo por el Judaísmo lo había llevado a perseguir a la iglesia. (En su presentación llama a los creyentes “los santos”, no piensa de ellos como “cristianos”, la palabra no era parte del vocabulario paulino). Ocupado en esta misión, camino a Damasco, Jesús le apareció y lo transformó de perseguidor a discípulo. Y le dijo: “levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (26:16-18).
Les dice que a partir de ese momento dedicó su tiempo a predicar y enseñar que Jesús era el Cristo. “Habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, —decía— dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder. Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles” (26:22,23).
Festo lo tilda de estar loco, y Pablo dirigiéndose a Agripas le dice: “El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón. Rey Agripa, ¿cree usted en los profetas? ¡A mí me consta que sí! —Un poco más y me convences a hacerme cristiano —le dijo Agripa. —Sea por poco o por mucho —le replicó Pablo—, le pido a Dios que no sólo usted, sino también todos los que me están escuchando hoy, lleguen a ser como yo, aunque sin estas cadenas” (26:26-29).
Estos versos evidencian que los que usaron el sustantivo “cristiano” pretendieron describir al tipo de seguidor que proclamaba y enseñaba que un hombre llamado Cristo —al cual adoran como Dios— y los judíos crucificaron, resucitó al tercer día. Sería una simpleza el concluir que esto fue todo lo que enseñaron. El hecho de que llaman “el evangelio del Señor Jesús” a la doctrina que proclamaron indica que la entendieron como buenas noticias, porque por medio de este resucitado, que era Señor y Soberano del mundo, Dios logró la reconciliación y el perdón de los pecados.
De lo que concluimos que en el registro bíblico el nombre “cristiano” no es un epíteto para creyentes por su forma de conducirse, ante todo por el mensaje que proclamaron. “El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios. Los judíos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:18-23). Por predicar este mensaje se burlaron de ellos llamándolos “cristianos”, un nombre despectivo, que llegó a identificarlos con el evangelio que anunciaron. Pero, como todas las cosas, con el paso del tiempo el nombre que los caracterizó por el mensaje que proclamaron, lo cambiaron y le dieron un nuevo contenido. Hoy día Cristianismo describe una conducta o un tipo de vida, en lugar de ser lo que una vez fue: la confesión de la fe tocante al Cristo crucificado, resucitado y exaltado a la diestra de Dios como Señor de toda la creación. Ser cristiano ha pasado a ser sinónimo de salvación por obras y del esfuerzo humano por alcanzar el favor divino mediante la imitación de Jesús. Algunos han llegado a decir que cristiano es uno que es igual a Cristo.
El Cristianismo de Pablo es totalmente diferente, es un “mensaje con motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles, pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana.” (1 Cor 1:23-25). El mensaje cristiano no habla del potencial de los creyentes, de lo que pueden llegar a ser al imitar y vivir como Jesús. Proclama que gracias a Dios ellos “están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría —es decir, nuestra justificación, santificación y redención— para que, como está escrito: si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor” (1 Cor 1:30-31).

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